martes, 18 de agosto de 2015

Ese verano que pasa

Sin nada que hacer.

Me he levantado cuando mi cuerpo ha querido, despacio, sin mirar la hora. De mi cama, la de siempre, no la del hotel o la de la casa de mis padres o mi suegra.

He ido a la cocina y me he preparado un desayuno rico, con mi fruta y mi queso fresco recién comprado. Con café de mi cafetera. Mis niñas estaban ahí también, desayunando, tranquilas.

He mirado la prensa mientras comía las tostadas.

Y después...de repente tengo toda la mañana libre. No me lo creo.

Es mi tercera y última semana de vacaciones, aún me queda hasta el domingo de libertad provisional. Y es el primer día en todo este tiempo que por fin no tengo planes, no he quedado con nadie ni me espera un nuevo pueblo o ciudad por descubrir.

Eso me hace sentir bien.

No significa que lo que he hecho días atrás no me haya gustado. Esa visita fugaz a mi tierra para ver a la familia. El viaje tanto tiempo planificado para conocer, por fin, Girona y las maravillas que la rodean. El también efímero paso por Salou... Hemos visto tantas cosas bonitas, hemos caminado por calles de piedra por las que anduvieron ilustres personajes, o gentes no tan ilustres, de hace cientos de años. Hemos respirado el mar de la Costa Brava y degustado arroces y fideuás riquísimos. Y pan tumaca. Y helados que estaban de muerte. Nos hemos hecho fotos preciosas de la familia y otras que hemos subido a Instagram. Hemos visitado catedrales y templos diversos y pasado bajo multitud de arcos antiquísimos. Nos hemos quitado los zapatos para sentir la arena o las piedras de la playa. Hemos tomado cerveza en terrazas con fantásticas vistas. El paisaje desde el coche siempre ha sido emocionante de descubrir. Nos hemos reído, abrazado y besado todo lo posible. También ha habido alguna que otra trifulca infantil sin importancia. No todo va a ser perfecto. 

Sin embargo...ayer me sentí tan a gusto al volver a casa...ya sé que en breve volveré a la rutina del trabajo y luego a la de trabajo más colegio y que añoraré el estar lejos, el viajar, el huir de la normalidad de los días. El compartir tanto tiempo con mi familia, con ellas, verlas jugar y reír sin parar. Sin embargo... Hoy me siento bien al estar aquí. Será porque me quedan muchos días aún para que todo eso suceda.

Muchos días sin nada que hacer. Con todo el día por delante.


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