miércoles, 25 de diciembre de 2013

Navidades olvidables

Aquel año la Navidad iba a ser muy diferente. El Gobierno había decidido modificar un poco la tradición, siempre con la loable intención de velar por la salud de la economía. De esta manera, decían, se evitaba el despilfarro de días no productivos que abundaban al comienzo del invierno y de paso, se promovía el consumo en otra época del año distinta. La balanza se equilibraba.

Así, Nochebuena pasaba a ser el 24 de julio, decisión animada por la genial idea de hacer coincidir la Navidad con el Día de Santiago. No sólo se unían dos festivos en uno, sino que se conseguía que la fiesta del patrón de España fuera nacional, algo que no sucedía desde hacía muchos años.



La gente ni protestó. Al principio lo intentaron en Twitter. #Dejadlanavidadcomoestá fue trending topic unos días. Sin embargo, a la semana, cada uno volvió a sus cosas y se olvidó del asunto.

La Nochevieja no se atrevieron a tocarla, aunque hubo algún político que quiso intentarlo, modificando incluso el orden de los meses. Así evitarían que las presentadoras de las uvas se congelaran de frío con esos vestidos de noche. No le dejaron por considerar que su propuesta nos alejaba de Europa.

Hubo que tirar a la basura todas esas imágenes típicas navideñas, con su nieve y sus trineos y su Papá Noel embutido en barbas, e idear un nuevo concepto de la Navidad que tuviera sentido en pleno verano. Se convocó un concurso público y se presentaron 1.093 candidaturas. Como el Ministerio de Economía, que fue el encargado del proyecto, no disponía de personal suficiente para valorar cada una de las propuestas, llamaron a sus compañeros del Ministerio de Cultura, por entender que tendrían conocimientos adecuados para enjuiciar el valor artístico de cada candidato.

Durante dos meses estuvieron escuchando, tomando notas, preguntando, valorando y jugando con el móvil algunos, haciendo como que atendían asuntos de gran importancia. Tanto tardaron que, aunque escogieron finalmente el nuevo logo y el nuevo aspecto de Papá Noel, no les dio tiempo a imprimirlo en los Christmas, ni siquiera los chinos pudieron fabricar los disfraces ni los motivos veraniegos para el árbol. 

Decidieron dejar tal y como estaban a los personajes de los nacimientos y belenes, pues total, iban vestidos con ropas ligeras, propias del clima de la zona y de la pobreza de sus habitantes. También fue porque no consiguieron convencer al Papa para vestir a María de minifalda. No lograron siquiera reunirse con él, pues el Pontífice andaba muy ocupado en diferentes asuntos que le impedían, sintiéndolo sobremanera, recibir al presidente español.

Papá Noel hizo la operación bikini, se quitó la chaqueta y se quedó en camiseta de tirantes, previa depilación para no asustar a los niños. Se afeitó la barba y se dejó perilla, se puso un sombrero de paja en lugar de su particular gorro y cambió el pantalón por bermudas y las botas con chanclas. En lugar de trineo, venía en moto de agua. En fin, que no era ni la sombra de lo que fue. Los niños se hicieron un lío, sobre todo los que le habían conocido de su anterior época y le perdieron todo el respeto. Además, ¿cómo iba a traerles los regalos en una moto de agua? Todo el mundo sabía que el trineo de Santa podía volar pero a ver quién iba a creerse que también podía una moto de agua, ja.

Y llegó el mes de junio. La Nueva Navidad estaba a la vuelta de la esquina.

Pero... los recortes en el consumo de luz provocados por el tarifazo eléctrico impidieron que los comercios pudieran animar las compras. 

Muchos se olvidaron de la fecha y de preparar su despensa para la ocasión. 

Las empresas, las pocas que aún lo hacían, aprovecharon la coyuntura para suprimir las cestas entre sus empleados. 

Los niños, como no tenían cole, no pudieron preparar su festival de Navidad ni cantar villancicos para deleite de sus padres. 

A los centros comerciales no les dio tiempo de actualizar sus catálogos ni a las empresas jugueteras a preparar sus anuncios. Así que los niños no sabían qué regalos pedir. Muchos ni se enteraron de que era Navidad porque estaban de vacaciones en el extranjero.

La gente dejó de quejarse por la Navidad y dejó de estar triste y nostálgica. 

La gente olvidó desear lo mejor a la familia y amigos y reunirse en torno a la mesa por Nochebuena. Olvidó hacer fotomontajes con los niños, enviar chistes por whatsapp, criticar al rey por su discurso, y pedir el aguinaldo.

Fueron las Navidades más sosas, aburridas y ruinosas de todos los tiempos. Sin luces, sin regalos, sin cenas y sin buenos deseos. 

Unas Navidades "olvidables".




3 comentarios:

  1. Jejeje, algo creo recordar de hacer navidades en verano, pero se quedó como bien escribes en un bluff...

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  2. Discrepo, la Navidad en el verano no es para nada aburrida!!! :P

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  3. Pues a mi tampoco me gustaría nada de nada!!!! Navidades nevadas forever

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