lunes, 29 de abril de 2013

Momentos diosss

Addis Abeba
Addis Abeba

 ¿Alguna vez te has visto envuelta (o envuelto, que sé que hay algún hombre despistado que me lee) en una situación muy estresante que empeora por segundos en la que piensas que sólo tienes la opción de gritar? Esas situaciones que no puedes controlar y que te llevan a decir algo así como DIOSSSSSSSSSS o a lanzar tacos sin mesura como si fueras un personaje de South Park.


En mi familia han ocurrido unos cuantos, sobre todo desde que pasamos de ser una pareja de jóvenes recién casados SIN hijos a una familia adulta y responsable CON hija. Lo pongo en mayúsculas por aquello de que es un hecho trascendental que cambia tu vida para siempre jamás. Y cuando nos convertimos en familia adulta y responsable CON hijaS y perro ya ni te cuento.

De hecho, la primera vez que nombramos el concepto momento diosss fue en Etiopía, aunque nos dimos cuenta de que ya habíamos vivido unos cuantos de esos en nuestra vida. Y los que nos quedaban.

Hace cuatro años, un mes de abril como éste, hicimos el viaje más importante de nuestras vidas. Fuimos a Addis Abeba a encontrarnos con nuestra querida L.E. a la que adoptamos cuando tenía cinco meses. Antes habíamos engendrado, y yo parido, a L., pero el trayecto al hospital no lo cuento como viaje, por eso el VIAJE fue el otro, no porque L. sea menos importante, para nada. Esto lo dejo claro para cuando mis vástagas lean este blog. Si a alguien le apetece cotillear en la historia de nuestra adopción puede pasarse por mi antiguo blog.

El caso es que una tarde teníamos que ir al hotel Sheraton a confirmar los billetes de vuelta a Madrid. En la puerta de nuestro hotel, mucho más modesto, nos esperaba una furgoneta conducida por Gebeo, la persona que la ecai nos asignó para ayudarnos en el papelo y demás por allí. No sé muy bien por qué, la idea era que fuera mimarío con la nena y yo me quedara en el hotel. Así que, con su correspondiente bolsa todoterreno de padre responsable, se montó en la furgo junto a los otros dos papás adoptivos que nos acompañaron en aquella aventura.

A punto de arrancar, el padre nota un olorcillo sospechoso y mira el pañal de L.E. Ve que ha hecho sus cosas y se dispone a cambiarla. "One moment, please", le dice al conductor en su cuasi perfecto inglés.

Coloca a la nena sobre un cambiador portátil y se dispone a quitarle la ropita. Entonces ve que aquello no tiene final. Hay mierda por todas partes (perdón por lo gráfico del asunto). La niña está pringada hasta el cuello y no hay forma de solucionar el desaguisado con una furgoneta al ralentí y un conductor etíope muy serio que empieza a chasquear la lengua de impaciencia. Y entonces lo dijo. Alto y claro. DIOSSSSSSSSSSSSSS. Como vio que aquello no tenía pinta de solucionarse, recompuso como pudo las ropas de la niña y salió disparado de la furgo en mi ayuda. "Vete tú, que yo no puedo" Y le veo subir corriendo las escaleras del hotel hacia la habitación mientras que el conductor reclama mi presencia. Así que dejé mi estupendo café etíope a medias y me fui al hotel a cerrar los billetes respirando el delicado aroma que mi hija había expandido en el vehículo.

Desde aquel día, el momento diosss se instaló en nuestro vocabulario, casi siempre asociado a momentos escatológicos, lo siento. Y a situaciones relacionadas con el coche. Curioso.

Aquí, más ejemplos:

> El día que me deshice de mi desayuno en un autobús madrileño cuando estaba embarazada y NADIE me preguntó si me encontraba bien, mal o regular. Me miraron como si estuviera borracha, con cara de pocos amigos y ganas de que me largara de allí ipso facto. Y yo sin kleenex. Ni para limpiarme ni para llorar, porque aquello me dolió como mujer hipersensible por las hormonas y eso.


> Cuando fui a mi primera revisión ginecólogica tras dar a luz a L., yo solita, y me di contra tres columnas, sí tres, del parking. Destrocé el coche ante la atenta mirada del señor que cobra los tickets y su amigo el portero del edificio contiguo, mientras mi hija de dos semanas dormía plácidamente en su cuco.

> Una tarde que fuimos invitadas L. y yo a la piscina de una amiga SIN hijos. L. estaba en plena etapa de cambio de pañal y se le escapó una caca (no caquita, no) en medio de la piscina. Casi me ahogo de la vergüenza.

> Un día con L.E. en el Carrefour. Salimos de la guarde y nos fuimos directas a la compra. A la nena hacía tiempo que no le habían cambiado el pañal. De repente vi que aquello alcanzaba unas dimensiones estratosféricas. Rebosaba y se le caía hacia el suelo por efecto de la gravedad. El problema es que yo no tenía la cartera (más de una vez me ha pasado ir a comprar sin ella) y no podía comprar pañales. La gente me lanzaba miradas de "mira qué mala madre". Mimarío tuvo que venir a socorrerme. Menos mal que tenía el móvil con batería.

> Un viaje hacia Murcia. En Albacete el coche se niega a seguir andando. Son las 9 de la noche. Nos hemos dejado la bolsa de la pequeña L.E. en Madrid. No llevamos pañales, ni comida. Estamos en un restaurante de carretera. Buf. Una amable familia me presta dos pañales y el seguro, gracias a Dios, incluye un taxi hasta el destino.

> En la piscina de casa. Esa tarde me bajo con gafas en lugar de lentillas porque no quiero bañarme. Las niñas están conmigo. L.E. tiene dos años. Como ella se quiere meter, al final me toca a mí también. Dejo las gafas un momento sobre la toalla y me dispongo a nadar un poco para entrar en calor mientras le pido a L. que vigile a L.E. En lo que nado un largo (no llega a veinte metros) "veo" a L.E. con mis gafas en la mano y un segundo después la veo con la mitad de las gafas en una mano y la otra mitad en la otra. No veo tres en un burro. Me siento totalmente inválida y cabreada. Monto un espectáculo de irrascibilidad en la piscina delante de todos los vecinos.

> Estábamos preparando un mercadillo solidario Abay. Teníamos que ir a Pozuelo a recoger unos juguetes y trasladarlos a Móstoles. Llovía y era noche cerrada invernal. No tengo GPS y por aquel entonces tampoco smartphone. Así que de repente me encontré dando vueltas por esas carreteras del demonio de Madrid de la zona norte. Entre M40, M50, M503, etc, creí que me pasaría la vida en círculos concéntricos hasta agotar la gasolina. Estaba a punto de pararme en el arcén a llorar por aquello de no estrellarme por culpa de los lagrimones. Y en esas que apareció mi ángel de la guarda, Merce, y me hizo un gesto para que la siguiera. Uf, qué mal lo pasé.


Este post, como la mayoría, dan para una serie, al menos una trilogía ;-)

¿Y tú? ¿Cuál ha sido tu peor momento diosss?

9 comentarios:

  1. ¿El peor? ¿Uno solo? Mucho pides... pero, a ver... Rabieta en medio de un centro comercial y ver a una antigua compañera de instituto mirando a mi hijo con cara de "qué niño más malo", carrera del Mediano hacia la carretera saliendo del parque mientras yo intentaba alcanzarle sin perder el carrito donde iba el Pequeño, escape de pis del Mayor (en plena operación adiós-pañal) en el suelo del pasillo del bloque recién fregado y con la señora de la limpieza delante... ufff... elige el que más rabie te dé :-)

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    1. Madre mía, tú también tienes colección, jejeje. Ahora que lo mencionas, tengo unas cuantas de rabietas en los supermercados. Hubo un tiempo que me daba vergüenza ir y todo por si se acordaban de los espectáculos que monto, uf. Qué miedo la del momento carretera! Y qué miedo la señora de la limpieza :-) gracias por la visita y por contarme tus momentos diosss.

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  2. jajaja, qué bueno, niña Y lo mejor, enterarme de la adopción. Un sueño al que estoy dándole muchas vueltas últimamente...

    Momento DIOSSSSS, jajajaja. También he tenido unos cuantos episodios escatológicos. Cosas de madre. Pero el que se me viene a la mente ahora mismo... jopé. Pues es mío. El primer pedete que se me escapó con SantoVarón, que me tenía absoluta y completamente idolatrada y me veía cuan princesita Disney. El típico pedete que se te "cae", jajajaja y que la maravilla de tu novio/marío finge no oír.

    Vaya cosas que me hacéis decir... Si se ocurre otro menos vergonzoso para mí, te vuelvo a comentar y lo sustituyes, ¿valeeee?

    Me voy a leer tu otro blog en cuanto tenga tiempo, prometido.

    Un besito.

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    1. Jejeje, el tuyo es para nota ;-))) el lado positivo es que te sirvió para comprobar que SantoVarón te quiere de verdad de la buena, jajaja.

      Respecto a la adopción, si quieres informarte de mi caso particular puedes echar un vistazo al blog y si quieres más, puedes enviarme un DM y hablamos por correo. Lo que necesites.

      Gracias por la visita y la confesión :-D

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  3. ¿Qué tal cuando sales de una tienda tranquilamente con tu hija y según sales te das cuenta de que tiene dos bolsas de gusanitos debajo del brazo, vuelves a entrar y cabreado las devuelves. Al volver a salir te das cuenta de que aún lleva otra bolsa más, que no sólo te han visto sino que otro cliente, con una expresión de enorme satisfacción y autocomplacencia te dice: no te preocupes, yo se lo he pagado hombre. En ese momento dudas entre asesinarle a él o a tu hija. A lo mejor se piensa que me cabreo con ella porque no tengo dinero para pagar una bolsa de gusanitos de cincuenta céntimos y que me ha hecho un gran favor premiándola por robar chuches en la tienda. Diossssssssss...Arrrrghhh...

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    1. Estoy llorando de la risa, jajaja, pero ¿qué clase de gente hay por el mundo? My God. Y la niña, me recuerda a una que yo me sé, adicta a los gusanitos y chuches en general. Gracias por venir y contarme esto!

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  4. Lo peor de todo, es que yo venía de estar perdida, me acababa de encontrar y ni de coña ese era el camino más idóneo.
    El destino me llevó a tí, jajaja.
    Merce

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  5. Ladecuatro me genera momentos diossss muy a menudo: uno muy habitual es, cuando vamos a casa de amigos siempre se las ingenia para salir con ropa de algún hijo de los anfitriones. Insisto, hijo, porque a ella le gustan 'las cosas de chico'. El modus operandi es el siguiente: p.e. vamos al apartamento de unos amigos en la playa, ya se encarga ella de enguarrarse a conciencia para tener que cambiarse de ropa y como yo no le he traído muda porque ya es mayor... diosssss, ya va a pedir ropa. Otro ejemplo: cena en casa de amigos, la cosa se alarga, 'tengo sueño, me poneis un pijama de Santi y me duermo?'. Diossss, otra vez, qué descaro. Total que en casa tengo un colección de pijamas, chándales, calcetines, incluso calzoncillos que mi hija se lleva puestos la mar de feliz

    El whatsapp también genera momentos diossss a los que añades otro pensamiento: por favor, máquina del tiempo, vuelve atrás y deshaz esta metedura de pata. Tengo 3 grupos de whatsapp, un día me llagaban mensajes del grupo de todos mis primos en los que los de Sevilla anunciaban que había muerto su abuela. A la vez mantenía una animada charla con mi grupo de compañeras de trabajo sobre una que tengo en la sección llamada 'perraca'. Pues bueno, los exabruptos sobre ella que tenía que haber mandado a mis compañeras, acabó en el chat de pésame por la muerte de la abuela de mis primas.

    Y el último momento dioossss, el más reciente, me lo ha facilitado mi blog. En concreto este post (http://tampocolotengoclaro.blogspot.com.es/2013/04/malasombra.html). He de decir que muy poca gente cercana sabe que tengo un blog. Pues bien, en este post cuento cosas relacionadas con mi primo. Nada grave. Pero resulta que buscando, buscando me encontró y descubrió el pastel!!! Diossssss!! Afortunadamente es tío con buen sentido del humor. Ahh. Y en el post también hay un momento diosssss....

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    1. Hola Anna,

      Qué graciosa tu hija! No sé qué prefiero, si la etapa rosa pastelosa o que vayan de chico. Casi que la segunda opción ;-)

      Lo de whatsapp madre mía, ese en un momento tierra trágame total!! Más de una vez he escrito yo un mensaje a la persona equivocada pero de momento, todavía no he dicho ninguna barbaridad.

      Lo de tu blog lo leí en su día, jeje. ¿Cómo lo habrá hecho tu primo para encontrarte? La verdad es que hay que llevar cuidado con las cosas que decimos en los blogs...aunque molaría hablar con toda la libertad del mundo, a veces no se puede.

      Gracias por la visitilla y el comentario! Feliz día.

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Me encanta que leas mi blog y si encima vas y me dejas un pequeño comentario me haces la mar de feliz ¡Mil gracias!