martes, 30 de abril de 2013

El monstruo del paro

Esta vez nos ponemos serios. No hablamos de monstruos de mentirijillas que nos hacen reir. Se trata de un monstruo de los de verdad.

Hace poco le decía a mi hija pequeña que los monstruos no existen para que no tuviera miedo por la noche. "Sí mamá, hay uno ahí gigante que me mira". "No cariño, es tu oso de peluche. Duérmete tranquila porque aquí no hay monstruos. En realidad no existen".

Pero sí que existen. Vaya que sí. Uno de ellos es EL PARO, que mira de frente a 6.202.700 personas oficialmente desempleadas y a sus familias: parejas e hijos principalmente. A estas horas serán algunas más porque aumenta a un ritmo de más de cien a la hora. Más de cien a la hora, repito.

Los niños son las víctimas más vulnerables de todo este tinglado que hemos montado los mayores. Me refiero al tinglado de las crisis. Tanto que en muchos colegios se han dado cuenta de que los niños llegan más hambrientos al cole los lunes y que, a veces, la única comida que se llevan a la boca es la que toman allí. En Andalucía quieren que los niños coman tres veces al día por decreto. Y unos cuántos imbéciles critican la medida. ¿Qué nos ha pasado? ¿Qué le pasa a esta España del primer mundo que se codea en Europa con la crême de la crême y que hasta hace unos pocos años era modelo de crecimiento económico y desarrollo?

Según muchos, todos somos responsables de la hecatombe esta a la que llaman crisis. Porque se nos ocurrió un día que eramos ricos y que podíamos tenerlo todo. Y nos dió por pedir hipotecas imposibles y créditos para comprarnos cochazos y viajes al Caribe. Qué malos que somos todos. Eso nos pasa por avariciosos e inconscientes. Si hubiéramos sido mejores, los bancos no se hubieran visto obligados a prestarnos tanto dinero que ahora no les podemos devolver. Si es que, ya nos vale. Todo es culpa nuestra. Que ahora nos estén recortando la salud, el futuro y el presente se debe únicamente a nuestras ansias de ser como la Hilton esa del perrito en el bolso. Ya lo decía mi madre: "naciste para rica y se te torció el carro".

Mientras tanto, unos cuantos señores poderosos se dedicaron a robar descaradamente todo el dinero público que, religiosamente, los españolitos trabajadores pagábamos con nuestros impuestos. O a gastarlo como si no hubiera mañana. Un dinero que directamente nos quitaron de esa nómina que tanto nos cuesta cobrar a fin de mes. Esos que hablan ahora de austeridades y perseverancias sin que se les caiga la cara de vergüenza. Y que ayer hablaban de brotes verdes. Me da igual del color que sean, los políticos, no los brotes. Ahora son los que son y antes eran los que eran y el resultado es el mismo. Crisis, pobreza y ruina.

Mañana es el día del trabajo y festivo. Sin embargo, para muchos será un día más como el de hoy o el de ayer. Un día sin empleo. Con suerte con un subsidio de desempleo o unos padres con posibles para echar una mano y unas lentejas más en la olla. Con mala suerte sin nada y con hipoteca a 30 años.

En los últimos meses he visto cómo despedían a muchos compañeros. Siempre con tristeza y un punto de desasosiego. Y ahora, ¿qué van a hacer? . Intentas animarles y decirles cosas positivas como "ahora vas a tener tiempo para pensar en lo que realmente quieres hacer, para estudiar idiomas, para relajarte un poco". Pero por dentro piensas, ¿y si no encuentran nada más? ¿y si pasan los años y nada de nada? El monstruo  me mira de reojo y creo que dice algo así como que la siguiente puedo ser yo. En idioma de monstruo, no le entiendo bien.

Encima, dicen que esto va a peor y que hasta 2015 no empezará a cambiar el panorama. Me vas a permitir que lo dude. Que dude de que iremos a mejor. Si no se hace nada para que las cosas cambien, las cosas seguirán siendo iguales.

Desde mi ignorancia e inocencia de mujer de pueblo digo yo que:

Si suprimen todos esos consejeros de políticos y politicuchos, que se creen senadores de Estados Unidos por lo menos, y los 1.000 millones anuales que dicen que nos cuestan se utilizaran en fomentar politicas de empleo, en impulsar la investigación y la ciencia, en crear un nuevo tejido empresarial basado en la tecnología y el conocimiento especializado, del que aquí tenemos un montón, podría ser que las cosas nos fueran mejor, ¿no? Eso por poner un ejemplo. Incluso fíjate si, en lugar de recortar en educación, se invirtiese el doble de lo que se hace ahora o mejor, que se hacía antes de la crisis (quitando presupuesto de Defensa un suponer), lo mismo en 10-15 años volvíamos a ser un país de primera línea. Ah, no ,calla, que para eso queda mucho y los políticos sólo gobiernan 4 años de nada.

Qué ilusa

(Definición de ilusa de la RAE. Del lat. illūsus. 2. Propenso a ilusionarse, soñador)

Este post ha sido escrito dentro de la iniciativa de Marea Fucsia con el hagstag #MFtrabajo.

lunes, 29 de abril de 2013

Momentos diosss

Addis Abeba
Addis Abeba

 ¿Alguna vez te has visto envuelta (o envuelto, que sé que hay algún hombre despistado que me lee) en una situación muy estresante que empeora por segundos en la que piensas que sólo tienes la opción de gritar? Esas situaciones que no puedes controlar y que te llevan a decir algo así como DIOSSSSSSSSSS o a lanzar tacos sin mesura como si fueras un personaje de South Park.


En mi familia han ocurrido unos cuantos, sobre todo desde que pasamos de ser una pareja de jóvenes recién casados SIN hijos a una familia adulta y responsable CON hija. Lo pongo en mayúsculas por aquello de que es un hecho trascendental que cambia tu vida para siempre jamás. Y cuando nos convertimos en familia adulta y responsable CON hijaS y perro ya ni te cuento.

De hecho, la primera vez que nombramos el concepto momento diosss fue en Etiopía, aunque nos dimos cuenta de que ya habíamos vivido unos cuantos de esos en nuestra vida. Y los que nos quedaban.

Hace cuatro años, un mes de abril como éste, hicimos el viaje más importante de nuestras vidas. Fuimos a Addis Abeba a encontrarnos con nuestra querida L.E. a la que adoptamos cuando tenía cinco meses. Antes habíamos engendrado, y yo parido, a L., pero el trayecto al hospital no lo cuento como viaje, por eso el VIAJE fue el otro, no porque L. sea menos importante, para nada. Esto lo dejo claro para cuando mis vástagas lean este blog. Si a alguien le apetece cotillear en la historia de nuestra adopción puede pasarse por mi antiguo blog.

El caso es que una tarde teníamos que ir al hotel Sheraton a confirmar los billetes de vuelta a Madrid. En la puerta de nuestro hotel, mucho más modesto, nos esperaba una furgoneta conducida por Gebeo, la persona que la ecai nos asignó para ayudarnos en el papelo y demás por allí. No sé muy bien por qué, la idea era que fuera mimarío con la nena y yo me quedara en el hotel. Así que, con su correspondiente bolsa todoterreno de padre responsable, se montó en la furgo junto a los otros dos papás adoptivos que nos acompañaron en aquella aventura.

A punto de arrancar, el padre nota un olorcillo sospechoso y mira el pañal de L.E. Ve que ha hecho sus cosas y se dispone a cambiarla. "One moment, please", le dice al conductor en su cuasi perfecto inglés.

Coloca a la nena sobre un cambiador portátil y se dispone a quitarle la ropita. Entonces ve que aquello no tiene final. Hay mierda por todas partes (perdón por lo gráfico del asunto). La niña está pringada hasta el cuello y no hay forma de solucionar el desaguisado con una furgoneta al ralentí y un conductor etíope muy serio que empieza a chasquear la lengua de impaciencia. Y entonces lo dijo. Alto y claro. DIOSSSSSSSSSSSSSS. Como vio que aquello no tenía pinta de solucionarse, recompuso como pudo las ropas de la niña y salió disparado de la furgo en mi ayuda. "Vete tú, que yo no puedo" Y le veo subir corriendo las escaleras del hotel hacia la habitación mientras que el conductor reclama mi presencia. Así que dejé mi estupendo café etíope a medias y me fui al hotel a cerrar los billetes respirando el delicado aroma que mi hija había expandido en el vehículo.

Desde aquel día, el momento diosss se instaló en nuestro vocabulario, casi siempre asociado a momentos escatológicos, lo siento. Y a situaciones relacionadas con el coche. Curioso.

Aquí, más ejemplos:

> El día que me deshice de mi desayuno en un autobús madrileño cuando estaba embarazada y NADIE me preguntó si me encontraba bien, mal o regular. Me miraron como si estuviera borracha, con cara de pocos amigos y ganas de que me largara de allí ipso facto. Y yo sin kleenex. Ni para limpiarme ni para llorar, porque aquello me dolió como mujer hipersensible por las hormonas y eso.


> Cuando fui a mi primera revisión ginecólogica tras dar a luz a L., yo solita, y me di contra tres columnas, sí tres, del parking. Destrocé el coche ante la atenta mirada del señor que cobra los tickets y su amigo el portero del edificio contiguo, mientras mi hija de dos semanas dormía plácidamente en su cuco.

> Una tarde que fuimos invitadas L. y yo a la piscina de una amiga SIN hijos. L. estaba en plena etapa de cambio de pañal y se le escapó una caca (no caquita, no) en medio de la piscina. Casi me ahogo de la vergüenza.

> Un día con L.E. en el Carrefour. Salimos de la guarde y nos fuimos directas a la compra. A la nena hacía tiempo que no le habían cambiado el pañal. De repente vi que aquello alcanzaba unas dimensiones estratosféricas. Rebosaba y se le caía hacia el suelo por efecto de la gravedad. El problema es que yo no tenía la cartera (más de una vez me ha pasado ir a comprar sin ella) y no podía comprar pañales. La gente me lanzaba miradas de "mira qué mala madre". Mimarío tuvo que venir a socorrerme. Menos mal que tenía el móvil con batería.

> Un viaje hacia Murcia. En Albacete el coche se niega a seguir andando. Son las 9 de la noche. Nos hemos dejado la bolsa de la pequeña L.E. en Madrid. No llevamos pañales, ni comida. Estamos en un restaurante de carretera. Buf. Una amable familia me presta dos pañales y el seguro, gracias a Dios, incluye un taxi hasta el destino.

> En la piscina de casa. Esa tarde me bajo con gafas en lugar de lentillas porque no quiero bañarme. Las niñas están conmigo. L.E. tiene dos años. Como ella se quiere meter, al final me toca a mí también. Dejo las gafas un momento sobre la toalla y me dispongo a nadar un poco para entrar en calor mientras le pido a L. que vigile a L.E. En lo que nado un largo (no llega a veinte metros) "veo" a L.E. con mis gafas en la mano y un segundo después la veo con la mitad de las gafas en una mano y la otra mitad en la otra. No veo tres en un burro. Me siento totalmente inválida y cabreada. Monto un espectáculo de irrascibilidad en la piscina delante de todos los vecinos.

> Estábamos preparando un mercadillo solidario Abay. Teníamos que ir a Pozuelo a recoger unos juguetes y trasladarlos a Móstoles. Llovía y era noche cerrada invernal. No tengo GPS y por aquel entonces tampoco smartphone. Así que de repente me encontré dando vueltas por esas carreteras del demonio de Madrid de la zona norte. Entre M40, M50, M503, etc, creí que me pasaría la vida en círculos concéntricos hasta agotar la gasolina. Estaba a punto de pararme en el arcén a llorar por aquello de no estrellarme por culpa de los lagrimones. Y en esas que apareció mi ángel de la guarda, Merce, y me hizo un gesto para que la siguiera. Uf, qué mal lo pasé.


Este post, como la mayoría, dan para una serie, al menos una trilogía ;-)

¿Y tú? ¿Cuál ha sido tu peor momento diosss?

domingo, 28 de abril de 2013

Domingo monstruoso

No soy mucho de manualidades porque no se me dan bien, ya lo he contado por aquí alguna vez.

Sin embargo, el otro día vi un post de Pasándolo Pipa y me encantó, aparte de que me pareció algo tan sencillo que ni siquiera a mí podía dárseme mal. La idea la había sacado del blog de bombones. En los enlaces podéis ver sus respectivas obras de arte.

Sólo necesitas papel, acuarelas, pinceles, agua y una pajita. aparte de los ojos que en mi caso compré en Dideco. Si no tienes ojos, siempre puedes pintarlos con rotulador.

Este primer monstruo, llamado Pulpo Arco Iris, fue creado a seis manos entre mis hijas y yo:



Este otro, Monstruosa Primavera, es obra de una servidora:



Solete Asombrado es obra de L.


Y para terminar, Monstruo Simpatías, creado por L.E.

Espero que os haya gustado y que os animéis a ponerlo en práctica.

Gracias a pasándolopipa y blog de bombones por la idea genial.

viernes, 26 de abril de 2013

Música de viernes

Ayer me fui de concierto. Estuve en la emblemática Galileo Galilei de Madrid escuchando y disfrutando con la música de Funambulista.

Como muestra, aquí lo último que han creado. Genial Diego Cantero y todo el grupo y genial ese pedazo de violinista, Marino Saez, que salió al escenario a acompañar dos de los temas. Un gustazo.

Gracias a mi hermano que me invitó y a mi compi Gema que me acompañó junto a sus amigos Pablo y Marta.


jueves, 25 de abril de 2013

Cosas que decía mi madre


Sí, lo sé.

Sé que se ha escrito ya mucho acerca de las cosas que decían las madres de los que fuimos a EGB.

Se ha dicho tanto que Amaya Ascunce publicó un libro el año pasado que yo no he leído y que, aún así, intuyo ingenioso y divertido por los extractos que he visto en la web.

Pero, ¿que quieres que te diga? es que este tema da mucho juego y después de las dos entradas de profundismo con las que empecé la semana, me apetecía algo más ligerito para pasarlo bien.

Así que allá voy con mi lista. ¿Reconoces alguna de las frases? Aviso que algunas son muy de ser dichas por madres de la zona sur de España, tirando al sureste, así que es posible que te suenen a chino y, encima, con acento murciano:

Nota: Mamá, este post está hecho con cariño, para tomárselo a risa, no te me enfades ;-)

> Después de que te hayas caído o rasgado el codo con la puerta y digas: AY! :
   Guarda para cuando no hay.

> Cuando le decía que estaba aburrida:
   Date con una piedra en la espinilla

> Cuando le decía que me daba vergüenza algo:
   ¿Qué vergüenza ni que ocho cuartos?

> Tú sigue que me encuentras.

> Verás cuando se lo diga a tu padre.

> Te doy un guantazo que te avío.

> Dale un poquico a tu hermano que se le va a romper la yell (traducción: hiel).

> Eso no me lo vuelves a repetir.

> Cuidaico con lo que haces.

> A tu madre no se le contesta (esta la podían decir indistintamente papá o mamá)

> Pero m'chacha, ¿cómo se te ocurre?

> En el muunnnndo (traducción: pero, ¿qué me estás contando?)

> Tráele un plátano (manzana, mandarina, cerveza) a tu padre.

> Coser sin dedal es de marranas.

> Anda, sube un momentico arriba (casa de dos plantas) y bájame el bolso (pañuelo, zapatos, secador de pelo).

> Eso te lo comes tú como yo me llamo M.

> Hija, ¿es que no tienes hartura?

> Lo comido por lo servido.

> Pareces un adefesio.

> Qué desaboría que eres.

> Pasa el trapo por tu cuarto que está lleno mierda (mierda=unas pequeñas partículas de polvo)

> Hija, ayúdame a deshollinar y te doy veinte duros.

> ¿A esto le llamas tú planchar?

> Parece mentira que seas tan inteligente.

> Parece mentira que seas la mayor.

> Por donde metes la cabeza la tienes que sacar.

Y la más terrible de todas:

BEEEEEEEEEGOOOOOOOÑAAAAAAAAAAAAAAAA






miércoles, 24 de abril de 2013

Esas frases que no mola escuchar ... en la peluquería


Vas a una pelu low cost que después resulta ser low quality y high cost. No tienes cita, porque en estos sitios no te la dan. Aquí es tonto el último.

Dices que te quieres dar unas mechas y entonces oyes "tienes que esperar un poquito" y en ese instante sabes que vas a pasar más de una hora larga leyendo revistas del corazón con la misma foto en la portada de la familia real o de la duquesa de Alba living the love . Se te ocurren millones de planes muchísimo más inspiradores para pasar la tarde. Luego ves tu reflejo en el espejo y constatas que esas raíces te dan un aspecto de mecha californiana ultra chic. Te pones las gafas y confirmas que no, que sólo era un efecto óptico. Y te quedas a echar el rato.

Al cabo de 94 minutos y 34 segundos escuchas "pasa por aquí" y te llevan a otra silla igual de infernal que la primera y te dejan ahí. Un ratito más. Y a continuación, se acerca una chica con el pelo de varios colores y corte asimétrico modernísimo y te pregunta: "¿qué te vas a hacer?". Y entonces tú cometes el error de mostrar tu debilidad y decir algo así como: "no estoy segura, quiero cambiar de color, oscurecerlo sin pasarme mucho y al mismo tiempo que tenga luz, quizá tendría que teñirme y después darme reflejos". "Nooooooo, ni se te ocurra - responde ella entre ofendida y sabihondilla - Eso no te va a quedar bien y te va a esclavizar y bla bla bla". La dejas hablar mientras recuerdas vagamente que la vez anterior una de sus compañeras te recomendó justo lo contrario por no sé qué leches del efecto natural y tal y cual.

En ese momento, atrapada en un plástico, una bata y una toalla, da cosilla salir huyendo de allí. También es verdad que da palo tirar por la borda el tiempo empleado en esperar, por mucho que ahora puedas ir de contertulia a Salvamé con la sabiduría acumulada en el papel couché.

Así que te quedas en tu butaca. La chica pizpireta del corte asimétrico te enseña la carta de color para que elijas el que quieres para tu mecha y te suelta: "¿cuál  te pongo?" Tu reacción inmediata sería decir: "chica, qué más da el que escoja si luego siempre acabo totalmente diferente al color que veo aquí". Sin embargo, dices: "una cosa intermedia entre éste y éste". Rauda y veloz la chiquilla da una serie de instrucciones incomprensibles a otra chiquilla aún más joven (¿a qué edad salen de la escuela de peluquería?): "ponle un 7,40 con reducción de 4 al 15%".Y se queda tan ancha sabiendo que tú no has entendido ni jota y qué va a dar igual que te pongan carne de caballo en el pelo o excrementos de rata. Por cómo huele y el color que tiene bien podría ser una de las dos cosas.

Después viene la fase del pincel y los papeles de aluminio y unos cuantos "mira para acá", "mira para allá", "sube la cabeza", "bájala". Y tras dar una segunda vuelta a las revistas que hasta has LEÍDO ya de puro aburrimiento ("el próximo día llevaré un libro" es otra de mis frases predilectas) llega el momento más terrorífico de todos.

Vas al torturador de cervicales o lavacabezas que le llaman otros. Definitivamente creo que están hechos así a propósito para que, entre sus garras, seamos capaces de decir que sí a todo lo que intentan vendernos las diligentes profesionales del estilismo. "¿con qué te lo lavo?", "con ¿champú?" respondo en mi cabeza sin llegar a hablar en voz alta y entonces digo algo muy socorrido en estos casos: "con uno neutro", que viene a ser algo así como pedir el vino de la casa en los restaurantes. A mí lo que realmente me pide el cuerpo, una vez llegados a este fatídico momentazo del aplasta cerebelos, es decir: "mira, ahórrate el intento, no quiero ningún producto que incremente el precio de mi factura". Lo que pasa es que odio parecer borde y me aguanto. También odio parecer rata.

Después de la preguntita del champú viene la que se lleva la palma. La que todas esperamos con ansiedad y miedo. Esa que empieza por m y acaba por a.

"¿Mascarilla o crema?"

Nunca tres tristes palabras como esas habían despertado en mí efectos fisiológicos tan desasosegantes. El pulso se me acelera, me entra calor en la cara y hasta tengo taquicardias. No exagero. Soy extrema por naturaleza.

Aquí hay que ser rápido. Si tardas un segundo coma cinco en contestar estás perdida. Porque será la oportunidad que ella aprovechará para hablarte de las maravillosas propiedades del nuevo producto traído del Mar Muerto eco-friendly y 100% natural que hará las delicias de tu melena. Y claro, ante eso decir que NO está sólo al alcance de unas pocas. De momento no al mío. Así que después lloras cuando te dan la cuenta y pides que te la desglosen y ves que la gotita de mascarilla, ese pegotín ridículo que te han puesto de medios a puntas y que te han dejado dos minutos "actuando" en tu cabellera, ha costado más de lo que te gastas en una semana en desayunos en la oficina. El precio del kilo de semejante producto debe estar ahí ahí con el caviar iraní.

Antes de que llegue ese momento de saldar las cuentas, aún te queda una última frase molona de parte de la peluquera teenager:

¿QUIERE USTED LACA?



PD. Este post está hecho desde el cariño, como todos por otra parte. Soy muy fan de las peluqueras y pelus de barrio, no así de las grandes empresas de peluquería y franquicias varias.

martes, 23 de abril de 2013

Buceando en las palabras













"Otra cosa: no me digáis que no hay veces en que necesitaríamos emprender una huida rápida, pero los humanos no tenemos alas, al menos aún no, así que, ¿qué me decís de una camisa de pájaro?

Tan fuerte, tan cerca. Jonathan Safran Foer.











 "... a fin de cuentas quizá sea eso la vida: mucha desesperación pero también algunos momentos de belleza donde el tiempo ya no es igual. Es como si las notas musicales hicieran una suerte de paréntesis en el tiempo, una suspensión, otro lugar aquí mismo, un siempre en el jamás."

La elegancia del erizo. Muriel Barbery.







"Las Grandes Historias son aquellas que ya se han oído y se quieren oir otra vez. Aquellas a las que se puede entrar por cualquier puerta y habitar en ellas cómodamente. No engañan con emociones o finales falsos. No sorprenden con imprevistos. Son tan conocidas como la casa en la que se vive. O el olor de la piel del ser amado. Sabemos cómo acaban y, sin embargo, las escuchamos como si no lo supiéramos. Del mismo modo que, aun sabiendo que un día moriremos, vivimos como si fuéramos inmortales. En las Grandes Historias sabemos quién vive, quién muere, quién encuentra el amor y quién no. Y, aun así, queremos volver a saberlo. Ahí radica su misterio y su magia."

El dios de las pequeñas cosas. Arundhati Roy.










"Desde siempre, Lucrecia había vivido en el desasosiego y la sospecha de que su verdadera vida estaba esperándola en otra ciudad, y eso la hacía renegar sordamente de los lugares donde estaba y pronunciar con desesperación y deseo nombres de ciudades en las que sin duda se cumpliría su destino si alguna vez las visitaba"

El invierno en Lisboa. Antonio Muñoz Molina.





"Cuando, en el crepúsculo del pueblo, Platero y yo entramos, por la oscuridad morada de la calleja miserable que da al río seco, los niños pobres juegan a asustarse, fingiéndose mendigos. Uno se echa un saco a la cabeza, otro dice que no ve, otro se hace el cojo...
Después, en ese brusco cambiar de la infancia, como llevan unos zapatos y un vestido, y como sus madres, ellas sabrán cómo, les han dado algo de comer, se creen unos príncipes."

Platero y yo. Juan Ramón Jiménez.









"Había pensado que actuaba con valentía, pero resultó que solamente había demostrado la más abyecta forma de cobardía: regodearme en mi desprecio por el mundo, negarme a mirar las cosas directamente a la cara. Lo único que sentía era remordimiento, una paralizante sensación de mi propia estupidez."

El palacio de la luna. Paul Auster. 












"Siempre estuve hambrienta. Aunque sólo hubiera sido una vez, hubiera querido recibir amor hasta raudales. Hasta hartarme. Hasta poder decir: «Ya basta. Estoy llena. No puedo más». Me hubiera conformado con una vez."

Tokio Blues. Haruki Murakami.


Mi pequeño homenaje al día del libro. Son una pequeña parte de los libros que me han impactado en los últimos años. Todos menos el de Platero, que fue el primer libro que recuerdo que me regalaran. Fue mi abuela, cuando cumplí siete años y nunca se lo agradeceré lo bastante.

¿Cuáles son los tuyos? Me encantaría que me lo contaras.





lunes, 22 de abril de 2013

Mucho que decirse

Hacia varias infancias que no se veían. La suya la vivieron tan de cerca que parecían vivir sólo una y la gente intercambiaba sus nombres no porque se confundieran, sino porque realmente las veían como una única persona. Tal era su poder mimético.

Vestían igual, calzaban igual, hablaban igual, los Reyes Magos les traían las mismas cosas. Todo el mundo pensaba que la mayor cuidaba de la pequeña cuando era justo al revés. Compartieron hastas las madres, los padres, los hermanos, en una especie de doble familia perfecta donde la felicidad era sólo una forma de cubrir las apariencias.

Cuando la inocencia mutó en recelo, todo empezó a pudrirse por efecto de la mezquindad y la envidia. Nuevas personas entraron en escena y todo se convirtió en un circo grostesco de comparaciones y celos.

No obstante, la costumbre hizo de las suyas y prolongó el contacto más allá de lo saludable. 

Hoy, tras muchos años de silencio, están en la misma calle a punto de cruzarse sin saberlo. Tienen tantos gritos que lanzarse. Sin embargo, una de las dos ha cambiado de ruta en el último momento, desviándose por una calle paralela, echando a perder el encuentro. Tenían tanto que decirse.

Y sin embargo, no se dijeron nada.

domingo, 21 de abril de 2013

Tierra trágame

Leo con regocijo que mi admirado Eloy Tizón va a sacar nuevo libro después de siete años sin publicar. Y no puedo evitar sentir de nuevo esa vergüenza plena que te pone la cara al rojo vivo y que te incita a desear evaporarte como en los dibujos animados. Eso más o menos fue lo que experimenté yo nada más conocerle hace unos 5 ó 6 años.

Resulta que allá por 2005 ó 2006 me metí a hacer un curso de escritura online con Fuentetaja. Allí fue dónde conocí a Eloy Tizón porque en alguno de los documentos del curso hablaban de él. Me entró la curiosidad por saber más y empecé a investigarle un poco. Hasta compré alguno de sus libros, La velocidad de los jardines es uno de ellos, y disfruté mucho con esa manera de relatar tan diferente y poética, extraña e inquietante. De él se han dicho cosas como que, en su día, era uno de los mejores 10 narradores españoles menores de 40 años (ahora está cerca de los 50). Los críticos le han elogiado ampliamente y con motivos según mi parecer.

Así que, en cuanto me enteré de que iba a ser profesor en una nueva escuela de escritura que se abría, Hotel Kafka, me dije que ahí quería estar yo. Y me apunté al curso de relato corto.

Primera clase, martes sobre las 19:30 de un día frío de marzo o febrero, no lo recuerdo bien. Una salita pequeña, una mesa alargada en la que nos sentábamos enfrentados unos a otros. Yo al lado del profe, en mi papel de empollonísima. No pude hacer otra cosa porque llegué la primera, ávida de saber, conocer, aprender, escribir. Y cuando llegaron por fin todos los alumnos empezó ese momento insufrible de las presentaciones en voz alta. ¿Cómo te llamas? ¿A qué te dedicas? ¿Qué haces aquí? ¿Qué te gusta escribir/leer? A mí me entran siempre sudores fríos ante estos momentos. Repaso en mi cabeza todo el discurso de forma atropellada intentando decir algo coherente e inteligente, sin prestar atención alguna a lo que dicen los demás. ¿Harán ellos lo mismo?

Llegó mi turno y entonces lo dije. Una de las estupideces más grandes que he dicho jamás que me hicieron quedar como una auténtica niñata tonta, sin dos dedos de frente y sin derecho a estar allí, en un curso donde iba gente adulta que quería aprender a escribir mejor y que supuestamente sabía algo de la vida y tenía una mínima cultura.

"A mí me encanta la poesía". Hasta ahí todo bien, no hacía falta seguir diciendo mucho más. Pero todos se me quedaron mirando, esperando a que continuara hablando. Y me dió por seguir. "Me gusta la poesía sin embargo apenas leo poesía porque no la encuentro por ninguna parte. Voy a las librerías y apenas veo libros de poemas y claro, como no puedo comprar libros de poemas, apenas leo poesía. Y eso que me gusta muchísimo". Sólo me faltó añadir "o sea, ¿sabes?" para ser la viva imagen de Tamara Falcó.

Sé que esa frase condicionó todo mi paso por el curso de relatos. Eloy, al que yo me imaginaba colocándome en su cajón de personas olvidables, me prestaba la mínima atención debida por el respeto que merece cualquier alumno, por corto que éste sea. Sin extenderse demasiado en sus puntualizaciones a mis escritos, que no quiero volver a leer por aquello de la vergüenza ajena, hacía comentarios correctos a la par que escuetos a mis lecturas en voz alta. Mis compañeros, algunos de ellos brillantes, tampoco añadían mucho más feedback. En mis truculentos pensamientos abochornados retumbaba mi frase de gloria en sus cabezas. Y lo más probable es que ni siquiera escucharan mi voz, preocupados por darle el último retoque a sus propias obras.

A pesar de todo, fue una buena experiencia para mí hacer el curso. De verdad lo digo. Sentía algo parecido a lo que deben sentir las alocadas adolescentes que hacen colas de días para ver en primera fila a sus ídolos. No por Eloy únicamente, sino por el hecho de estar asistiendo a unas clases que podían impulsarme a escribir. No lo hicieron, al contrario, me cortaron un poco las alas. Sin embargo, quedaron en mí sabores dulces de aquellos días, enseñanzas positivas que me hicieron crecer un poquito.

Tras todos estos años, ya reconciliada con la parte de mi sesera empeñada en decir cosas que ni pienso ni quiero decir, creo que podría volver a otro de estos cursos sin miedo al colapso (pero aviso a los comerciales que no tengo cash, no me llaméis, que ya lo haré yo).

Desde entonces he descubierto poesía en muchos rincones y la que me queda. Y he aprendido a hablar y decir sin miedo al que dirán de mí. Que es una de las emociones más limitantes y cortarollos que podamos sentir.

viernes, 19 de abril de 2013

Mimarío es un artista

Como acabo de sufrir una operación de narices y no tengo el cuerpo para ruidos, se me ha ocurrido que hoy mi post va a hacerlo mimarío. No lo va a escribir él, que ya me gustaría. Lo voy a escribir yo hablando de él y de su faceta de artista de los dibujitos.

Llevo apenas un mes descubriendo blogs alucinantes de madres a las que se les da muy bien dibujar y hacer cosas molonas y como a mí me encantan esas cosas pero aún no se ha despertado en mi interior ese yo dibujante que llevo muy pero que muy adentro, he pensado que ya que tengo un churri bueno que te pasas, voy a compartirlo con usted, querido lector o lectora que tiene a bien leer estas cosas que con tanto cariño escribo. Comparto su trabajo que no a él en persona, por si había quedado alguna duda.

La primera de la fotos de este post en un robot, uno de sus personajes favoritos, aunque lo que le gusta monstruosamente más es dibujar precisamente eso, monstruitos, de ahí el título de su blog Monster in the city que te recomiendo fervientemente.Y las siguientes son sólo una muestra de sus habilidades. Hay un poco de todo. A mí personalmente me encantan los bichitos por ese toque humorístico que se gastan.

Él estudió Arquitectura en un momento y un país en el que ser arquitecto era lo más. Mis padres hicieron palmas con las orejas cuando se enteraron allá por el 98 que salía con uno de ellos. Pensaban que su hija viviría como una reina con todo un señor arquitecto ganando pasta gansa a mansalva. Máxime cuando mi carrera periodística se presentaba negra entonces (si hubiéramos sabido la que se avecinaba al periodismo... aquello era un camino de rosas). Qué equivocados estaban, ays. A mimarío nunca le entusiasmó la arquitectura. Su sueño era hacer Bellas Artes, lo que era inadmisible para su familia. ¿Bellas qué? Y le convencieron para que hiciera algo con más "salida" y pasara 11 años de su vida dedicado a hacer una carrera que no le gustaba. Pero no fue todo malo porque gracias a eso nos conocimos (esto ya lo cuento otro día).

Arquitectura es una carrera muy ingrata. Fuera de los focos de las revistas, de los grandes del mundillo y el glamour que se le presupone, la mayoría de arquitectos empiezan trabajando de delineantes, de autónomos falsos, y echando horas a porrillo cobrando una porquería. Menos mal que mimarío es muy listo y le dio por especializarse en el mundo 3D. Eso nos dio de comer hasta que ¡catacrás! vino la jodía crisis y se llevó tó palante. Entonces le dio por dibujar y dibujar, venga a comprar moleskines (valdrán oro el día de mañana) y lápices, sin prisa y sin pausa. Luego abrió el blog. Y gracias a su enorme perseverancia y pasión por lo que hace, tras muchos traspiés en el mundo de la ilustración y unos cuantos trabajillos, le llamaron para trabajar como Concept en una empresa de videojuegos. Y alli anda el tío, todo feliz de dedicarse a lo que le gusta y que encima le paguen por ello (esto lo digo en bajito no vaya a ser que le pidan trabajar gratis otra vez).

Disfruta con esta muestra de su trabajo y, si quieres ver más, date una vuelta por su blog.























La mala memoria

Un día olvidará el nombre de aquella persona tan importante. Eso será después de ser incapaz de recordar su rostro, sus palabras y las sensaciones que le producía su presencia. Será entonces cuando respirará tranquila. Como si estuviera en lo alto de una montaña altísima y el aire le limpiara hasta los huesos. Igual que bucear desnuda en el mar transparente de las películas.

Será ese día en que la mala memoria juegue con su pasado hasta convertirlo en añicos que irán a parar a la nada de lo que nunca sucedió.

martes, 16 de abril de 2013

Si este día fuera el último




Todos nos hemos preguntado alguna vez qué haríamos si supiéramos que un determinado día es el último de nuestra vida, ¿tú no? Me agobio muchísimo pensando en ello porque soy muy concienzuda y perfeccionista por lo tanto:

A/ Me lo tomo en serio y creo que va a pasar de verdad.
B/ Nada de lo que imagino me parece lo mejor para pasar mi último día perfecto.

Unas veces me imagino en alguna de mis ciudades favoritas o en medio de las montañas alpinas o con un paisaje tipo El señor de los anillos, en la lejana Nueva Zelanda. Enseguida lo descarto porque es un lío la repatriación de cuerpos y no quiero incordiar a mi familia. Así que pienso en quedarme en Madrid. y entonces me viene a la cabeza mi Murcia del alma y me dibujo en mi mente paseando por la Platería un día soleado cualquiera. El sol es lo que más echo de menos de mi tierra. Y no me gustaría nada que mi último día fuera uno lluvioso y frío. Lo mismo tendría que llevar huevos a Santa Clara.

En cuanto a la compañía, así de entrada me gustaría estar con mi familia, cómo no, primero la que he construido yo tras una boda, un embarazo de los de náuseas hasta el último momento y un proceso adoptivo que viví con intensidad. Claro que, bien mirado, ¿qué podríamos hacer que a mí me encantase sin que mis hijas se aburrieran? Me gustan los planes con niños pero la verdad es que nunca pediría un día en el zoo o el parque de atracciones como última voluntad.

También me gustaría despedirme de mi otra familia, la extensa, que por circunstancias varias podríamos reducir a mis padres, hermanos, cuñadas y sobris. Sin olvidar a mi abuela, por supuesto. Y a mi suegra, que es como una segunda madre para mí. Bueno, quizá metería a alguien más, le doy una vuelta. Y cómo no, de mis amigos. Ya la hemos liado parda. Eso es mucha gente y a mi las multitudes me estresan y no quiero pasarme nerviosa este día tan señalado. Estaría bien celebrar una fiestuqui tipo bodorrio con actividades para niños y mayores. No bodorrio como el mío, sino un poco más íntimo. Me pido una piscina de bolas para adultos, que no es lo mismo que una piscina para estar en bolas, jejeje. Siempre me dan mucha envidia estos juegos de ahora que en mi infancia de los 70-80 no existían.

Desayunaría un brunch en El Café Oliver o el Hotel Intercontinental previo paseo en solitario por el barrio de Los Austrias o el Paseo del Prado. El brunch lo tomaría con mi pequeña familia. Después nos iríamos a la sierra de Madrid, a una casita rural muy mona donde se celebraría la fiesta, en Miraflores por ejemplo. Allí estaría todo preparado para la ocasión, con camareros y animadores infantiles. Con una banda que tocaría un poco de todo, música agradable de tarde. Por supuesto la muerte no podría llegar ese mismo día de forma inesperada, sería al día siguiente porque si no, se nos fastidia el invento. Irían llegando amigos y familiares poco a poco, desconociendo por supuesto que ése iba a ser mi último día. Al más puro estilo de Los amigos de Peter (quien no haya visto esta peli que vaya ahora mismo a solucionarlo).

Comeríamos y beberíamos en plan cocktail que es una forma de comer que me encanta. Me vuelve loca esa comida diminuta como de juguete que te permite probar muchas cosas diferentes a la vez y que normalmente saben deliciosas. Eso sí, habría sitios para sentarse, nada de estar de pie con la copa en una mano, la servilleta en la otra y haciendo equilibrismos para conseguir los volovanes rellenos. Sería tipo chillout y además habría mesas con sillas y sillones cómodos, en color blanco. Total, si se manchan, yo no los voy a tener que limpiar al día siguiente.

Mucha cerveza y vino del bueno. También ginebra y demás ingredientes del gin tonic. A mí con eso me vale. Venga va, que sean una botellitas de ron y whisky para los demás.

Y muchas risas, mucho bailes y mucho amor. Dejaría mensajitos grabados a mis hijas como en
Mi vida sin mí de Isabel Coixet (otra peli imprescindible) y regalaría poemas a mis invitados.

Entrada la noche sonaría música de DJ con los grandes éxitos de mi vida entera. Bueno, esto no lo tengo claro, lo mismo me entra la llorera y descubro el pastel. Tengo que meditarlo.

Finalmente, todos los invitados se marcharían y nos quedaríamos sólo mimarío y mis dos Ls. Todos juntitos y abrazados toda la noche.

No hay nada como que te vayan a operar y poner anestesia general para que se desaten en mentes en ebullición como la mía este tipo de pensamientos catastróficos. Aunque bien mirado, he logrado por fin definir un día perfecto para antes de morir. Me ha quedado muy romántico y amoroso. Demasiado azucarado. Tengo que imaginarme uno más cañero. Pero ese me da que no lo voy a publicar aquí.

Este post empecé a escribirlo el día 16 de abril, día previo a la intervención de nariz que me hicieron ayer. Todo ha salido bien. Ahora me espera un post-operatorio un tanto molesto. No es una operación de estética, sino para quitar unos quistes que me impedían respirar con normalidad.

Como todo ha salido bien, ahora tengo tiempo de preparar un día perfecto sin necesidad de desaparecer al día siguiente. Porque pocas veces la amiga de negro con guadaña nos va a avisar con tiempo y encima nos va a dar margen para preparar fiestas.


lunes, 15 de abril de 2013

No quiero ser bella



Llevo casi  treinta años (antes no creo que fuera consciente) viendo mujeres de físico perfecto en las revistas, en los anuncios de las aceras, en los desfiles de moda y en las películas. Algunas photoshop mediante. Recuerdo sentir el deseo de ser como ellas en mi tierna adolescencia. Por aquel entonces yo era flacucha y aún no había empezado a sufrir los cambios de la pubertad. Así que yo quería parecerme a las modelos de Ragazza básicamente para llevar esas ropas de chica mayor que tan bien les quedaban. Porque quería dejar de ser una niña sin caderas ni pechos, aún anclada en los vestidos de lazos de mi madre y los zapatos de hebilla. Por la sencilla razón de que quería gustarles a ellos, los niñatos de mi edad.  Y es que la edad del pavo no me perdonó ni siquiera a mí.


Una vez ya transformado mi cuerpo en el de una mujercita de 18 años y gracias al pan con aceite que me libró de pasar hambre en mis primeros meses en Madrid (la comida de la residencia de estudiantes era poco apetitosa), empecé a sufrir en mis carnes la acumulación de grasas. Poco a poco y sin darme cuenta caí en las garras de esa asfixiante prisión de las dietas y las aspiraciones a usar una talla 38 ó 40 para el resto de mi vida.




La tiranía de la belleza que sufrimos todas la féminas a través del bombardeo constante de los medios está alcanzando niveles alarmantes. No es que haya hecho un estudio profundo sobre el tema. Pero basta con abrir una revista o simplemente pasear por la calle para darse cuenta de que la gran mayoría de chicas y señoras superan la talla 42, la máxima talla disponible en gran parte de las tiendas de ropa. Los modelos de mujer que nos venden unos y otros, gracias a las artimañas de la industria de la moda, la cosmética y los productos de adelgazamiento,  son rotundamente falsos y extremos. Sin embargo, todas aspiramos a bajar de talla, incluso las que usan la 36. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué estamos insatisfechas con nuestro cuerpo? ¿Por qué es tan importante para nosotras quitarnos el michelín? ¿Por salud? ¿Por gustarles a los demás? ¿Por gustarnos?



Ahora que entramos de lleno en la época de la operación bikini me da por imaginar que millones de mujeres del primer mundo se miran al espejo cada día y ponen cara de pocos amigos, algunas incluso dicen barbaridades del tipo: qué horror, qué asco, estoy horrible. Mientras, en otros lugares de la tierra ni siquiera hay espejos donde mirarse o, si los hay, las mujeres no tienen tiempo para hacerlo.

Unas empiezan dietas imposibles, otras van al endocrino, y lo más grave, algunas se provocan el vómito tras atiborrarse o dejan de comer directamente. Y todas se frustran (nos frustramos) por no poder disfrutar de la vida y la comida en condiciones, porque empezamos a vivir alrededor de una tabla de calorías, sin una onza de chocolate que llevarnos a la boca. Pasado un tiempo, cuando conseguimos alcanzar el peso ideal a base de muchas privaciones, se produce el detestado efecto yo-yo y ganamos todo lo perdido más la propina. Y vuelta a empezar. La culpabilidad regresa en forma de monstruo cruel que nos mira y se ríe de nosotras. Porque la gente se burla de los gordos. Y más de las gordas. Y de las feas. No te digo ya de las mujeres que no se "arreglan" o no visten "femeninas". Eso es algo que la sociedad no está dispuesta a soportar. Ni la sociedad ni las multinacionales de la industria de la belleza.

El fomento de la autoestima debería ser una asignatura obligatoria en el colegio. De esta forma, una vez llegados a la adolescencia, quizá nos sintiéramos tan bien con nosotras mismas que pensáramos que ese rollo de estar delgada es una pantomina absurda y que estamos por encima de ella. Así, imagino un mundo ideal en el que las tallas a partir de la 42 fueran habituales en los escaparates y las fotos de las revistas mostrasen físicos con más kilos y no seres escuchimizados y/o con piel de bebé a los 60 años.

Me siento exhausta ante tanta sobreestimulación sobre la belleza. Cansada de los mensajes que recibimos constantemente y que van creciendo de forma exponencial. No sólo nos bombardean con imágenes de cuerpos espectaculares e inalcanzables sino también con comentarios del tipo: "a fulanita de tal le sobran unos kilos" "la famosa x ha dejado de cuidarse y ha subido de peso", "no sé quien oculta sus redondeces con una túnica oversize". Para a continuación vendernos la moto de que somos mujeres reales y que no tenemos que contar calorías y que nosotras lo valemos.

No me gusta todo este cachondeo. A veces me siento como una marioneta en manos de unos cuantos directivos sin escrúpulos que encima serán hombres. Ellos están deseando vendernos el lipoleches de turno, la presonosécuantitos, la crema ultrasónica que reduce volumen en un pis-pas y, cómo no, la ropa de las tallas pequeñas que venden en sus tiendas pret a porter. Y nosotras picamos y caemos una y otra vez. ¡Con la de cosas que podríamos hacer si no malgastaramos las energías (y el dinero) en valorarnos o despreciarnos por nuestro peso!

Llegados aquí me pregunto si es posible salir de esta espiral agobiante de la operación kilos fuera.  Posiblemente no, si seguimos inmersos en este círculo vicioso de mensajes contradictorios. A veces pienso que esto de ponerse a dieta es como fumar. Una vez que empiezas es muy difícil salir. Y cuando sales de ello, nunca lo haces del todo. Eres fumador eternamente aunque no fumes ninguno. Pues eso, que no somos delgadas sino ex-gordas o ex-rellenitas toda la vida de Dios.


viernes, 12 de abril de 2013

Mi nueva vida de mujer conciliadora



No estoy segura de cómo me siento desde que empecé con mi nueva vida laboral. Llevo unas semanas con eso que se llama jornada reducida. Algunos creen que se te reduce también el cerebro. Desde ya puedo desmentirlo. Quitarle una hora a la jornada habitual y currarla del tirón hace decrecer cosas, es verdad. También es cierto que a algunas madres y padres en esta situación parece tener las neuronas atrofiadas. Lo he visto con mis propios ojos. No es el caso de la mayoría. Ni el mío, gracias a los dioses y a mis padres, de los que heredé mi sesera y este enooooooorme sentido de la responsabilidad que no me deja respiro (con un poquito menos me hubiera conformado la verdad).

(...)

Disculpa, he tenido que ir al baño a ver la enorme pompa de jabón que había hecho una de mis hijas. Ya estoy de vuelta.

Como decía, son muchas las cosas que se te reducen. La más obvia es el sueldo, un 12,5%. Menos mal que tenemos esta crisis que tenemos y llevo años haciendo un master en "vivir con menos". Cuando una ha pasado por cosas como vender su coche a gente un poco rara con pinta mafiosilla que te compra al contado, para poder pagar una cuota de la hipoteca, se te quitan las tonterías. Cuando una ha visto a gente muy cercana estar a punto de perderlo todo, hasta la dignidad, y ha visto perderla a otros, pues ya se te quita la gilipollez de cuajo (aprovecho para dar las gracias a ese ser misterioso que está arreglándolo todo últimamente, de las que nos hemos librado). Así que me he convertido en una experta del recicla, reutiliza, reduce (gastos) y esto me ha venido fenomenal para mi nueva vida de madre acogida a la mal llamada conciliación laboral-familiar.

Soy mamá desde hace nueve años y ya por aquel lejano 2004 hice uso de este derecho de los padres y madres con mi primera hija. Duré exactamente seis meses. Lo pasé mal. Al principio no entendía que me mirasen raro mis compañeras no madres por estar menos horas en la oficina, ni mucho menos que mi jefa me asignase trabajo como si mi jornada fuese de 10 horas y me soltara frases del tipo "no es mi problema". Luego ya lo fui pillando. Fueron días en los que no tenía tiempo de ir al baño, literalmente, así que no bebía agua no fuera a ser que reventase. Días en los que corría como loca a todas partes. Casi no comía o lo hacía tardísimo. Iba como una de esas zombies de The walking dead. Qué voy a contar sobre esto que no sepan ya todos los que viven o han vivido este trance. Nada nuevo. Así que en una de las muchas veces que me "pidieron" volver a mi jornada normal dije que sí. Siguieron mirándome mal. Creo que a algunos no les moló nada que me hubieran contratado embarazada de cinco meses para un puesto que otros querían. O vete a saber. Lo mismo era mi perfume.

Por todas estas cosas se me quitaron las ganas de tener ganas, como decían mis admirados Gomaespuma, y no volví a plantearme jamás salir del trabajo a las 3 de la tarde.

Hasta hace unos meses. Soy una persona muy inquieta, siempre de acá para allá, metida en mil fregaos, con la agenda a tope. Y como parecía que mi tiempo era un chicle, yo cada vez me metía más caña. Más madera. Más adrenalina. Menos horas de sueño. Menos energía. Hasta que he llegado a un momento de "no puedo más" en el que necesito simplificar mi vida e ir más despacio. Vaciarme la mochila que ya pesa una barbaridad. Este fue uno de los motivos que me llevaron a dónde estoy ahora. Me dije, al menos voy a probar un tiempo a ver qué tal. Con más tiempo para mí, mis hijas, mi marido, mi casa... Ja! Una ilusión óptica.

Debido a mi política de recortes tuve que despedirme de las cuatro horas a la semana en las que una diligente chica ucraniana venía a casa a ejercer la antigua profesión de nuestras madres, veáse S.L. Ahora me paso el día limpiando, planchando, comprando, cocinando, voy a esos lugares de perdición llamados parques y estoy más tiempo en casa para fijarme en el polvo que se acumula en las lámparas y en las huellas de los interruptores de la luz. Esto no es vida ni conciliación ni leches. Un engañabobos total. Que conste en acta que mimarío hace parte del trabajo y para nada es de esos que pasan de todo. Pero se supone que yo tengo más tiempo "libre" así que me toca la mayor tajada del pastel.

Como ahora soy una madre como la que más, empiezan a hablarme otras madres de tú a tú. Antes me miraban raro por no ser madre con reducción (sí, a mí me miran raro siempre, lo mismo es que soy yo) o no me miraban porque directamente no me veían en el cole, pues sólo iba a deshoras, a esas clases de extraescolares a las que sólo van los niños de madres y padres desnaturalizados.

Y en estas que me entero de trucos fantásticos para simplificar todo este lío de las tareas del hogar. Uno consiste directamente en no tener plancha. Que es como lo de no tener tele y además no tener ordenador para ver series de la tele. Quien evita la ocasión, evita el peligro. Mamá, antes de que te dé un soponcio imaginando a tus nietas zarrapastrosas y llenas de arrugas, te diré que te prometo plancharlo todo antes de ir a verte en vacaciones. No te vas a enterar de nada. Aunque tenga que pedirle prestada la plancha a mi suegra.

PD. La parte buena buenísima es que ahora puedo ir a recoger a mis zagalas (palabrica murciana) al cole a una hora decente y que me gusta, y además tengo más energía para contarles el cuento por las noches. Ellas tan felices de verme más.



jueves, 11 de abril de 2013

Twitter, me está usted estresssssando

Llevo estresada desde Semana Santa. Vivo sin vivir en mí desde que se me ocurrió abrir una cuenta en Twitter para este blog y una página de Facebook. Era imposible resistirse a la tentación de convertirse en una community manager de una misma. Y seamos sinceros, si hoy día quieres ser alguien en este mundo plagado de posts y de mentes inquietas que los escriben, o te sumerges de lleno en las redes sociales o directamente no existes. Que vale que una escribe porque lo necesita para respirar (esta frase es de una chica que hoy ha intentado venderme un master de escritura por teléfono, que por otro lado me gustaría mucho hacer, pero ya si eso lo dejo para cuando salga de mi crisis particular), lo que pasa es que ya que es un trabajo lo de currarse un post casi diario, mola que te lean, ¿verdad?

Pues como decía, vivo acelerada y nerviosa desde entonces, porque subirse a este tren no es cosa de un día ni de dos y seguir el apabullanate ritmo tuitero y feisbuquero me tiene agotá, sobre todo el primero.

Así, mi vida ahora comienza repasando mi "taimlain" a las 7 de la mañana mientras desayuno, a veces incluso antes, leyendo de forma frenética los artículos que me interesan porque dicen los que saben que no se puede retuitear sin haber leído antes los artículos, que tentada he estado de hacerlo alguna vez, como te lo digo lo siento. Continúo revisando las sugerencias similares a las cuentas que sigo para añadir un nuevo nombrecito a mi, cada vez más abultada, lista de "siguiendo", no sea que me pierda algo. Sigo marcando como favoritos los tuits que me gustan, que no es que sean mis favoritos, sólo que en Twitter no hay botón Me gusta. E intentando coger el hilo de conversaciones que pillo a medias entre gente a la que sigo y la que no. Entonces me vuelvo a perder en timelines ajenos y me agobio y se me hace tarde para llegar a currar.

Otra cosa que me lleva mucho tiempo es mirar el número de seguidores que tengo. Nunca había soñado con imágenes tan vivas y rallantes desde que me enganché al tetris en los 80. Es que se ha convertido en una obsesión estúpidamente agónica. Esto que voy a decir ahora me da mucha vergüenza, mucha más que salir a la calle de aquella manera y encontrarte con un ex o, lo que es peor, con su mujer. Si lo cuento aquí es porque este post es una especie de auto terapia en plan alcohólicos anónimos. Y es que es un poco de tontos darle al botón para actualizar la info de mis followers en el móvil o tableta unas 50 veces al día, tantas casi como seguidores tengo.

Lo hago cuando voy hacia el coche por la mañana, después de haberlo mirado en el desayuno al empezar y al acabar. Lo hago en los semáforos. Lo hago en el camino del coche una vez aparcado a la ofi. Dentro ya lo miro en el PC. Bueno, y si voy al baño desde el móvil. La historia se repite a la vuelta desde la oficina, en la comida, de camino al cole... Es tal el subidón que siento cuando veo ese número crecer que a veces me planteo si pagaría por ello. Qué pasa. Hay gente que lo hace. Entro en un profundo desconsuelo cuando hay alguien que se va, aunque sea una de esas profesionales del viejo oficio que pululan por las redes. Esto último es un descubrimiento que me tiene muy intrigada, ¿será porque ya nadie lee los anuncios por palabras de los periódicos?

No sé si voy a aguantar mucho o me rendiré por el camino hacia ser una tuitera de éxito que supera los 1.000 seguidores. El otro día escuché que lo que está ahora de moda es el llamado mundo 1.0 y que no hay nada más cool que largarse del mundo 2.0. Y a mí lo que me gusta de verdad es escribir en el blog, para qué vamos a engañarnos. Hay cosas de Twitter que me encantan, cuentas que me gustan cantidubi (guiño a mi infancia) y gente realmente interesante y que me aporta cosas. Tengo que poner en una balanza si esa parte que me gusta del pajarito azul compensa este estado de nervios en el que me hallo inmersa.

Eso sí, y ustedes me perdonen, hay algunas cositas que no me están gustando, dicho desde la ignorancia. Por ejemplo, la gente que supuestamente dice cosas inteligentes y que luego no dice más que tonterías sin sustancia y si enlazan a algo es a sus fotos absolutamente prescindibles de comida o similares. El autobombo. Eso de retuitearse las menciones es raro, para los que no estamos acostumbrados. Es como si tu jefe te dice que has hecho un buen trabajo y tú vas y le envías un mail a todos tus compis contándoselo. Tampoco es de mi agrado el repetir de forma machacona los mensajes varias veces al día. Lo mismo es que yo soy muy aplicada y me lo leo todo. Me siento en el día de la marmota. Los agradecimientos por seguir a alguien o por el retuit de forma casi automática, es como que te firmen un autógrafo del tipo Para Laura de Antonio. Quizá es que además de aplicada soy una maleducada o algo. Perdón otra vez. Detesto los mensajes que no me enseñan nada nuevo como "la cuarentena dura entre 30 ó 40 días" o los obvios "por fin viernes". Y tengo pánico a las discusiones digitales en tiempo real, intento evitarlas por todos los medios no me vaya a convertir en trendic topic y mi carrera acabe antes de empezar, jejeje.

Lo peor de este medio es que todo va a mil por hora y te sube la tensión sólo de pensarlo. Y luego está Facebook, otro tema interesante que ya abordaré en otro momento, porque llevo una hora con este post y eso es mucho tiempo sin consultar el nombre de mi nuevo seguidor, espero que no sea spam, y sin contestar a mis menciones y no lo puedo soportar.

martes, 9 de abril de 2013

El tiempo

Hay días en los que quiero que el reloj vuele para que llegue la hora de salida y dejar la oficina atrás. Para que el viernes me sorprenda de nuevo con otro fin de semana recién horneado. Para que sea fin de mes y vuelva el dinero a mi cuenta, que promiscuo él, me dejará enseguida por otros recibos domiciliados. Para que cambien la hora y empezar a oler a verano. Para que vuelvan las vacaciones anunciando una de esas promesas incapaces de cumplir. Para que mis hijas crezcan y me devuelvan la libertad de movimientos que perdí con la maternidad.

Hay días que quiero detener el tiempo. Porque estoy leyendo en la cama, es tarde, y quiero acabar el capítulo. Porque es sábado y me esperan casi dos días para elegir lo que quiero hacer. Porque acabo de cumplir años que cada vez me parecen más alejados de mí. Porque estoy de vacaciones en cualquier otro lugar. Porque me están dando un abrazo. O un beso. Porque no quiero que más gente muera. Porque siento que la infancia de mis hijas se desvanece y no consigo atraparla, sus risas continuas, su imaginación, su inocencia, sus palabras sin erres, sus abrazos chillaos, sus pequeños zapatos.

domingo, 7 de abril de 2013

Esas frases que mola escuchar y otras que no tanto

El otro día escribí algo de esto en el post de #tupropiox4 y me quedé con ganas de más, así que aquí estamos, dispuesta a confeccionar otra de esas listas que tanto me gustan.

Vamos primero con las cosas que da gusto escuchar...

> "Buenos días" cuando llegas a la oficina y tras tu correspondiente saludo cordial. Si es con sonrisa, mola más.

> "¿Qué tal estás?" No me refiero a un retórico qué tal sin más, sino a un verdadero interés por saber cómo te encuentras y estar dispuesto a escucharte digas lo que digas.

> "¿Qué tal están tus hijas?" (cámbiese género y número según convenga) He descubierto que a algunos esto les provoca sarpullidos porque deben creer que te vas a poner a hablar de monadas de los peques cual madre pestiño o cosas rollazo como lactancias, pañales, rabietas, coles, cantajuegos y tal. Así que por si acaso te preguntan qué opinas de la crisis económica, los escraches o Gran Hermano, temas mucho más divertidos e interesantes, dónde va a parar.

> "Estás más delgada, ¿no?" Esto agrada mucho en cualquier circunstancia a las mujeres que somos de constitución, digamos, fuerte, y a las que el estrés y correr detrás de los hijos no nos hace adelgazar como a otras suertudas sino todo lo contrario. Aunque no sea verdad que hayamos adelgazado, sino una ilusión óptica provocada por un fabuloso vestido negro.

> "Buen trabajo". Parece fácil de decir, sin embargo no lo debe ser tanto cuando a algunos les cuesta un mundo hacerlo. Afortunadamente para mí, me lo han dicho mucho y muchos de mis jefes y profes. A la vez he visto cómo a otros les parecía tan difícil de pronunciar como si por cada letra tuvieran que tragarse un sapo o pagar el doble de hipoteca cada mes.

> "Muchas gracias, me has ayudado un montón". Esto, para las que tenemos vocación de "ayudantas" de prójimos es muy motivador y nos anima a continuar prestando nuestro hombro para llorar, orejas para escuchar y lo que haga falta, menos dinero, que de eso no nos queda.

> "Aparentas menos". Esta frase la oigo a menudo, pocas veces dirigida a mí, mis ojeras me delatan :)

> "Tú siéntate que hoy hago yo la cena". No necesita comentarios.

> "Mami, te quiero mucho muchísimo tropecientos millones". Ídem.

Le toca el turno a las frases que no nos molan:

> (en la caja del super) "Son 200 euros". No, mire bien, vuelva a hacer las cuentas, se debe haber equivocado al teclear, imposible, si no he comprado más que cuatro cosas (respondo con la cara pálida).

> "Tú no es que estés gorda, ¿no? Tú es que eres así". Recuerdo un ligue que tuve en la universidad y que me dijo un día esta bonita frase. Él sí que sabía ganarse a una mujer. En esta misma línea hay otra frase de aúpa: "enhorabuena, no sabía que estabas embarazada otra vez". Ejem, no, mira, es que se me quedó así la tripa y no me ha vuelto a su ser, es lo que tiene ser "así".

> "Mamá, este año me toca disfrazarme de mujer de Ghana en el festival de Navidad". Cuando escuché esto hace unos años me acordé de la familia del profe guay que había decidido convertir la fiesta de Navidad en una fiesta de la multiculturalidad, porque era mucho más cool que hacer una representación típica navideña y quedaba mucho mejor para no ofender a los padres no católicos en la, repito, fiesta de Navidad. ¿Estamos locos o qué? A ver, que a mi la multiculturalidad me parece una cosa fantástica, estaría bueno si no, pero joroba, ¿no había algo un poquito más fácil? ¡Que yo no sé coser!

> "¿Tu hija es tuya?" (Mirando a mi hija negra) Claro, señora, es mía. "Sí pero, ya me entiendes, me refiero a tuya tuya". Le repito que sí, mía mía.
Y entonces, si el padre no está delante, se van pensando en si la leyenda esa de los negros y el tamaño de ciertas partes de su cuerpo será verdad o no. Estas preguntas acerca de mi L. dan para un post temático que en breve escribiré.

> "Buenas tardes, ¿con el señor Andrés?" ¿Quién le llama? "Al habla xxx xxxx de Jazztel". Todos los días, incluidos fines de semana, hasta las 22:30 de la noche he llegado a escuchar esta cantinela. Y así durante años.

> "El día de la mujer es absurdo". Tú sí que eres absurdo.

> "Tenemos el xxx en oferta, ¿le pongo uno?". Esto en la caja del super y en la gasolinera. Que no, que no quiero comprar más, que sólo quiero irme a casa a llorar por los 200 euros que me acabo de gastar (en el super). En la gasolinera no lloro porque yo siempre me gasto lo mismo, me dan igual las subidas ;-)

> "Mamá, quiero ir al baño". Y da la casualidad de que te acabas de sentar a comer o que estás en medio de un parque o en el cine. Y no tienes hijo, sino hija.

> "Tranquilízate". ¿Que me tranquilice?!!! ¿Cómo narices quieres que me tranquilice si me dices que me tranquilice? Es lo peor que puedes decirme.

> "¿Es suyo ese coche gris?, le están poniendo una multa". Grrrrrrrrrrrrrrr

> "...cariño...cariño...cariño". Te acabo de conocer y se nota que no tenemos nada en común, ¿pretendes venderme algo llamándome así? La llevas clara.

PD Hay muchas más que dejo para siguientes entregas.




viernes, 5 de abril de 2013

Contenta


Hoy hay más de un motivo para estar contenta, aparte del obvio, ¡es viernes!, mi día favorito de la semana.

Motivos de alegría:

1. Esta tarde voy a un taller de caligrafía que andaba buscando hace tiempo y que encontré por casualidad, en la papelería Cincela (antes Ordning  & Reda) de La Moraleja Green. Me chiflan las papelerías en general, casi tanto como las librerías y las bibliotecas. Para mí, cualquiera de estos tres sitios son los que Tiffany's para Audrey Hepburn, me siento muy feliz en ellos rodeada de palabras escritas y por escribir.

2. Esta noche comeré mi fantástico bocadillo de jamón de los viernes, cuya materia prima compro en una pequeña tienda de ibéricos de mi barrio recién descubierta, donde venden el jamón serrano más parecido al ibérico que he probado en mi vida y además, super barato.

3. Mañana empiezo con mi hija Lucía nuestro proyecto de cuento infantil. Ella me lo propuso y no pude resistirme. Ya tenemos los personajes dibujados, falta ponerles voz y movimiento. Lucía ya quiere hacer una colección completa, jejeje.

4. Este finde va a salir el sol... ¿seguro?

5. Tengo un nuevo seguidor en el blog, jajaja. Gracias por seguirme por aquí, Mardargent y Amatxu!! Mi otro seguidor ha sido coaccionado, es mimarío, lo confieso.

FELIZ FINDE!

miércoles, 3 de abril de 2013

Mi propio 9x4 o 10x4 según se mire

Hoy me sumo a la iniciativa de Star en rojo (gracias por dejarme participar!) de publicar un post hoy día 3 de abril con el tema de #tupropiox4. ¿Qué es esto? Ella lo explica genial en su blog, donde aparece la lista de participantes. Ella también hace unas entradas de este tipo chulísimas, así como la @madrenovata y otras muchas más blogueras-tuiteras con las que llevo alucinando todo el día.

Había pensado, de hecho había empezado a hacerlo, intentar componer mis propios x4 con una herramienta parecida a Photoshop pero gratis, que además, no sé utilizar. Finalmente, después de intentar sin éxito cambiar el color de fondo y hacer piruetas con los títulos, me he rendido. Zapatero a tus zapatos. Así que este post, lo siento, será sólo de textos y enlaces. Quien quiera ver arte, que se vaya al resto de blogs ;-) La cuestión es divertirme un rato pensando en cosas que me gusten, me encanten, no me gusten o crea que están sobrevaloradas. Siempre con un tema de telón de fondo. Así que allá voy...

Estooo, buenoooo, resulta que tengo una hija artista que ha leído la parrafada de arriba en el borrador y me ha dicho que de ninguna manera me iba a quedar yo sin ilustraciones. Así que me ha hecho este super dibujo para ilustrar en genérico este post. ¿A qué mola? He decidido contratarla como colaboradora especial.


Antes de empezar, un apunte, he descubierto para mi regocijo que lo que más me cuesta es pensar cosas sobrevaloradas o que no me gusten. ¿Será cuestión de falta de personalidad? Es una duda que me corroe.

Escritores (de los güenos o supuestamente)

Buf, complicadísimo porque me encantan y gustan muchos muchos...

ME GUSTA:                   Paul Auster (me gusta todo él en general)/Gloria Fuertes
ME ENCANTA:             Mario Benedetti (sobre todo sus poemas)/Patricia Highsmith
NO ME GUSTA:            Mario Vargas Llosa (tengo que darle otra oportunidad, lo sé)
SOBREVALORADO:    Ernest Hemingway (he intentado leer muchas veces Por quién doblan las campanas...sin éxito)


PD. ME HORRORIZA:  Luis Martín Santos (trauma adolescente)
ME VUELVE LOCA:     Gabriel García Márquez (he descubierto hoy que a mucha gente no le gusta o le parece un pestiño ¿??????)

(esto haría un x6 me da a mí, no sé si me he saltado la norma del juego, espero que se permita romper un poco las reglas)

Poetas

ME GUSTA:                   Federico García Lorca y toda la generación del 27
ME ENCANTA:             Pablo Neruda (y Mario Benedetti of course)
NO ME GUSTA:            Bukowski
SOBREVALORADO:     Baudeleire


PD. ME HORRORIZA:  ------
ME VUELVE LOCA:     la poesía en general


Artistas (conocidos)

ME GUSTA:                   Picasso/Goya/Klein/Zaha Hadid
ME ENCANTA:             Kandisky/Chillida
NO ME GUSTA:            Damien Hirst
SOBREVALORADO:    Impresionistas en general (excepto Van Gogh)


PD. ME HORRORIZA: El arte absurdo (ese que es tan conceptual, tan facilón y tan alejado de la belleza que parece una tomadura de pelo)
ME VUELVE LOCA:    Frida Khalo (por su arte y por su fuerza)


Tecnología

ME GUSTA:                   iPad (siento hacer publicidad)
ME ENCANTA:             Los blogs
NO ME GUSTA:            Videollamadas (es ridículo, nunca sabes dónde mirar)
SOBREVALORADO:    GPS (antes, cuando te perdías, acababas por conocerte la ciudad)


PD. ME HORRORIZA:  Los auriculares para los móviles (no me acostumbro a ver a la gente hablando sola, siempre pienso que están chalados)
ME VUELVE LOCA:    Internet (sí, eso es como no decir nada, pero es que no puedo elegir, Internet es el mejor invento del mundo)

Best sellers

No soy mucho de best sellers, peeero muchas veces los leo por lo cansino que es escuchar hablar de algo a todas horas sin poder criticarlo con propiedad. Y algunos son buenos de verdad.


ME GUSTA:                   La caída de los gigantes, Ken Follet
ME ENCANTA:             Los hombres que no amaban... y el resto de la trilogía, S. Larsson (me los tragué)
NO ME GUSTA:            El último Catón de Matilde Asensi (no podía creerme el final)
SOBREVALORADO:    El código Da Vinci de Dan Brown (una ida de olla de principio a fin)


PD. ME HORRORIZA:  Las 50 sombras...es que está muy mal escrito ¡leches! y el erotismo que dicen que contiene es un poco de vergüenza ajena. Aún así, me leí el primero y comencé el segundo...lo reconozco.
ME VUELVE LOCA:    ------

Series de TV

ME GUSTA:                  Mad Men y Sexo en Nueva York
ME ENCANTA:            The Wire/Juego de tronos/Breaking bad
NO ME GUSTA:           Patito Feo/Loui
SOBREVALORADO:    Cómo conocí a vuestra madre (no puedo más, o aparece pronto la madre o acabaré por tirarle dardos a Ted Mosby)


PD. ME HORRORIZA:  Los culebrones
ME VUELVE LOCA:     Modern Family


Frases que te dice la gente

ME GUSTA:                   Te veo más delgada/ Te echo de menos
ME ENCANTA:             Eres las mejor / Has hecho un buen trabajo
NO ME GUSTA:            Tranquila / Te lo dije
SOBREVALORADO:    Guapa


PD. ME HORRORIZA: Cariño (cuando la persona no te conoce de nada o te conoce pero ni te quiere ni te tiene cariño)
ME VUELVE LOCA:    ¡Me encanta lo que has escrito!

Y ahora vamos con algo más superficial...

Guapos/Guapas

ME GUSTA:                   Hugh Jackman y Daniel Craig/Julianne More
ME ENCANTA:             Brad Pitt (clásico entre los clásicos)/Sofía Vergara
NO ME GUSTA:            Ryan Gosling (de verdad, es soso)/Scarlett Johansson (¿qué le ven?)
SOBREVALORADO:    Ashton Kutcher (perdió todo su encanto)/Demi Moore


PD. ME HORRORIZA: Robert Pattison y su chica
ME VUELVE LOCA:    Eric Dane (Anatomía de Grey) y Josh Holloway de Lost 
(los enlaces para que os recreéis la vista un poquito)


Moda

ME GUSTA:                   Los vaqueros
ME ENCANTA:             Los vestidos
NO ME GUSTA:            Las faldas largas
SOBREVALORADO:    Trench o gabardina de toda la vida


PD. ME HORRORIZA: Las deportivas de tacón (pero ¿qué es eso?, ¿"con mi chandá y mis tacone' arrelá pero informal"?)
ME VUELVE LOCA:   Los sombreros. Los tacones imposibles (sin embargo no puedo con ellos, es una relación amor-odio)

Y para acabar de una vez, que hay que ver qué pedazos de posts me salen, aquí una muestra de mis diseños cutre salchicheros...para que te rías un rato. El de los escritores lo he cambiado y he quitado a Coelho porque no creo que sea de los güenos. El de los 80 me ha dado pereza volver a escribirlo. Esto es lo que en su momento puse:

La verdad es que se hace difícil elegir entre tanta producción musical de esta mi época adolescente... Madonna me gustaba mucho muchísimo y me ha seguido gustando con el tiempo por su capacidad de reinventarse, aunque últimamente está perdiendo un poco... Cindy es lo más para mí sobre todo por su magnífico Girls just wanna to have fun. No me gusta esa voz de ultratumba de Cohen, por muy culta que sea su música y tal, lo siento. Depeche Mode me molaron en una época, no more.