domingo, 3 de marzo de 2013

"Balls-Touchers"

Hace poco leí algo así como que hay muchos padres (y madres) "balls-touchers" o "eggs-touchers". Lo digo en spanglish no por pedantería, sino porque decirlo en español queda feo, lo he escrito y me ha sonado mal, a taco, y en mi casa no se pueden decir tacos a no ser que quieras arruinarte (cada vez que digamos uno, hay que echar un euro en la caja).

Leí eso y pensé, ¿realmente somos tan "toca cataplines" los que traemos hijos al mundo?.

Me vino a la mente alguna escena en el parque, de las pocas que he vivido, pues los parques no son lo mío, en la que una encantadora madre charla animadamente con su chupipandi de parque mientras su hijo vierte kilos de arena encima de la cabeza de mi hija de pelo afro. Ella a lo suyo, sin inmutarse, mientras su precioso churumbel lleno de mocos me jode la tarde y la semana (un euro para el bote, ya empezamos), pues me tiro al menos siete días intentando quitarle los dichosos granitos de su melena. Algún día hablaré de mis aventuras y desventuras con el pelo afro, da para una novela por entregas.

También me llegan otras imágenes, como la de esos niños solitarios de la piscina, solitarios respecto a sus progenitores, que están siempre ausentes, que se pasan por el forro las más elementales normas de convivencia. Si quieres conocer a sus padres invisibles no tienes más que llamarles la atención una vez, y al minuto siguiente ya les tienes ahí, defendiendo a sus cachorros cual Belén Esteban en edición especial de Sálvame.

Y rememoro con nitidez sonidos, como la de esas madres (a veces padres) que critican a otras madres por cosas como dar el pecho o por no darlo, adoptar un hijo o tenerlo de forma natural, ser madre soltera o madre por inseminación artificial, tener muchos hijos o hijos únicos, por tener jornada reducida o no tenerla, por bañar a tus hijos todos los días o día sí/día no, por llevarles a comer hamburguesas o no dejarles probar un happy meal en toda su infancia, por dejarles ver mucha tele o sólo ponerles dibujos en alemán.

Sí, está claro que nos gusta tocar las balls un rato. Ahora no me acuerdo de mí tocando nada, pero seguro que alguna vez lo he hecho, perfecta del todo no soy ;-)

Y llegados a este punto me pregunto, ¿estos tocamientos son exclusivos de los padres y madres? ¿Alguna neurona se nos atrofia en el cerebro y empezamos a comportarnos como seres insoportables para la otra parte de la humanidad, esa parte que disfruta de la vida sin ataduras ni responsabilidades infantiles? ¿O es que ser toca narices/huevos/pelotas (al final no he podido resistirme, más euros al bote) viene ya de serie y la paternidad / maternidad es algo que llega después, de forma no intrínseca ni relacionada? ¿Uno nace balls- toucher o se hace?

A mí hay una serie de balls- touchers que me llegan al alma de forma especial, y no sé, ni me importa si tienen hijos. Se me ocurren así, sin pensarlo mucho:

- Los que tocan su claxon sin mesura y sin venir a cuento, cuando encima te adelantan por la derecha o alguna payasada por el estilo.
- Los dueños de los perros que no se preocupan de recoger las cacas de sus animales.
- Los teleoperadores de cierta empresa de telefonía que me llaman siempre a la hora de la siesta en fin de semana o a la hora de la cena entre semana. Todos los días. Desde hace años.
- Los directivos de ciertos bancos, que me cobran por respirar.
- Los caraduras en general.
- Los lunes.



PD. Confieso que a veces mola ser tocapeloteas.

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